La construcción y su entorno, la orientación y el período de construcción, las paredes y sus materiales, la forma de los espacios o la forma de los techados, los colores predominantes en los ambientes o de las sábanas donde dormimos, pasando por los colores de la vestimenta personal, los tapizados, alfombrados, la iluminación, etc. son algunos de los elementos de energía densa que nos rodean en nuestro diario vivir y que inciden sobre nuestros estados de ánimo y energía general, nuestro trabajo y actividades diarias, nuestro descanso o nuestras relaciones personales.
Las múltiples energías incidentes en un lugar, generadas por emisión de frecuencias de ondas de colores, materiales, campos electromagnéticos, ondas de forma, etc., son sencillamente percibidas por la energía propia del ser humano, produciéndose una suerte de afinidad o rechazo con determinados ambientes.
El Feng Shui, técnica milenaria, permite explicar esos porqué, evaluar, diagnosticar y potenciar los procesos de circulación y flujo de Chi (energía), con el fin de obtener rápidos beneficios en el desarrollo de las actividades personales diarias, fortalecer las energías personales durante el trabajo y regular el aporte a la energía personal de acuerdo a las características propias de cada individuo y su entorno. Todo tipo de actividades se pueden evaluar con Feng Shui, para el mejor aprovechamiento de las energías productivas o de descanso.
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